Tuesday, July 2, 2013

La rebeldía de Kaan Ek



Obra teatral de Armando García

PERSONAJES:
Sacerdotes Mayas
Indígenas Mayas
Chilam Balam
Pájaro Pujuy
Soldados Conquistadores
Capitán conquistador
Fraile conquistador
Jacinto Kaan Ek
Patricio
Micaela
Doña Charo
Niño Guy
Niña Exa
Padre Matías
Don Chumin
Jesús Chí
Domingo Canché
Ramón Balam
Rosaura
Amo y dos hijos
Heraldo
Inquisidores
Verdugos 
PRIMER ACTO (La llegada del hombre blanco) 
Yucatán antes de la llegada de los conquistadores europeos. Escenografía de una pirámide mostrando todo el resplandor de la civilización maya.  Se ilumina la escena dan entrada a sacerdotes mayas encabezados por Chilam Balam. A su lado el Pájaro Pujuy y un grupo indígenas mayas. Sonido de caracoles, flautas, tambores, en forma ceremonial entran a escena Sacerdotes Mayas. Danzantes Mayas los reciben y los adoran. Interpretan una danza ceremonial indígena.
INDÍGENAS MAYAS: Tal como todo pasó, así está escrito. Los que lo saben son los sacerdotes que vienen del gran linaje de los hombres mayas. (Toman posición en la pirámide. Chilam Balam al centro. Los indígenas divididos en coro de mujeres y hombres). 
CHILAM BALAM: Hablarán los hombres mayas, los dioses antiguos hablarán, los viejos templos hablarán. (Suena caracol indígena y una flauta para que los coros de indígenas se cambien de lugar cruzándose por el escenario. Habla el Pájaro Pujuy). 
PÁJARO PUJUY: Así habló Chilam Balam, gran sacerdote. Así dejó escrito todas las advertencias de las profecías de la llegada de los hombres blancos a estas tierras. Y fueron puestas en los yanaltés-libros sagrados, para que los hijos de sus hijos conozcan la medida del tiempo, para despertar a la tierra, a los hombres. Esta es la palabra que ha llegado para entenderla, interpretarla. El que la entienda podrá entender el principado de los abuelos. 
CHILAM BALAM: La palabra nació por sí misma dentro de lo oscuro. La palabra no es la voz que se dice y se oye. La palabra es cuna del espíritu creador. 
SACERDOTES: Toda luna, todo año, todo día camina y pasa también. También toda sangre llega al lugar de su quietud como llega a su poder y su trono.
PÁJARO PUJUY: Así hablaron nuestros padres, los hombres de sabiduría y conocimiento del pueblo maya. 
CORO MUJERES: Jacinto Uc de los Santos recogió la palabra, recogió la semilla, interpretó el silencio de la noche, escuchó la palabra que guardaba el viento, desentrañó la palabra oculta y se la dio a los indígenas. Les descubrió el secreto de los Antiguos.  
CORO DE HOMBRES: Esta es la historia de un indígena maya, de un caudillo del pueblo, que enseñó a su pueblo el tiempo de la liberación, para fortalecer el espíritu de los oprimidos contra los opresores. 

Se realiza una danza maya. La danza luce y en su momento culminante, se escucha el ruido de un cañonazo que cimbra el lugar. Se escuchan una mezcolanza de voces de los conquistadores, soldados, rezos de frailes. Los indígenas quedan estáticos asombrados por el tremendo ruido. 
SACERDOTES: En el día Cinco Ih Dos Chen de nuestra cuenta, llegaron los Dzules a nuestras tierras. 
CORO: ¡Del oriente llegaron, por donde sale el sol! (Se escucha de fondo una melodía alusiva al arrivo de los conquitadores) 
Un grupo de indígenas les hace frente con sus armas y estos son repelidos con armas de fuego de los conquistadores. Unos indígenas caen, otros son reprimidos y la mayoria detenidos como esclavos.

Los conquistadores avanzan y sus voces no se distinguen entre rezos y palabras de haber llegado a estas tierras. Clavan sus estandartes y una cruz enfrente de los indígenas. Forman un cerco alrededor de ellos en forma amenazante empleando sus armas.  
CAPITAN: ¡Destruyan esos templos de ídolos, Ya no podrán reinar aquí!
Se inicia la destrucción y el genocidio de indígenas mayas. Solamente al principio se escuchan los gritos de los conquistadores y de los religiosos imponiéndose sobre los indígenas, quienes algunos se enfrentan a ellos. Caen víctimas de los dos bandos pero la superioridad militar de los conquistadores es obvia, los abusos y las atrocidades se pueden ver en cámara lenta, Se puede hacer el montaje a discreción del director, enfatizando la destrucción de ídolos, violaciones, humillación a los indígenas; mostrando la barbarie y el genocidio cometido al pueblo maya.
El Capitán y Chilam Balam se enfrentan en un diálogo. Se sugiere que los bandos reaccionen a las palabras del Capitán y Balam. 
CAPITÁN: Renegad de vuestros falsos ídolos, a un lado vuestras falsas costumbres. 
CHILAM BALAM: Es el tiempo de la miseria, arderá la tierra y empezará la guerra de opresión.  
CAPITÁN: Ni se atrevan a rebelarse. 
CHILAM BALAM: Pleito entre hermanos 
CAPITÁN: Renieguen de sus prácticas. 
CHILAM BALAM: Tiempo de sequías, de pestes, de viruelas, de sífilis 
CAPITÁN: ¡Pidan perdón!  
CHILAM BALAM: Ellos vinieron a enseñar el miedo, a marchitar las flores vinieron. ¡No hay verdad en la palabra de los extranjeros! 
CAPITÁN: ¡Aceptad la carga como viene, Dios os la envía!  
SACERDOTES: Chorreará la amargura, mientras la abundancia se sume. Arderá la guerra de opresión. Será el tiempo del dolor, del llanto y la miseria.  
Los conquistadores y los indígenas rompen la cámara lenta. Los conquistadores subyugan a los indígenas dejando a una mujer en medio en posición de dar a luz. Detrás de ella se encuentra Chilam Balam, quien se va encogiendo hasta desaparecer. La mujer empieza a sentir dolor de parto el cual emite hasta culminar con la salida de su vientre de un indígena encadenado. Al salir completamente éste grita con las manos en plegaria. 
INDÍGENA: ¡Kaan Ek! (Apagón, fin del primer acto)

 SEGUNDO ACTO (La intimidad)

Se escucha los truenos de una tormenta. Música mestiza. Lluvia fuerte. Se ilumina lentamente la escena y se ve Yucatán en el Siglo XVIII, rasgos de lo que fue la gran civilización maya, chozas de indígenas. Canción.

Se escucha un trueno y disminuye la intensidad de la lluvia. Se ve al Pájaro Pujuy buscando refugio y se alcanza a ver a Patricio que se esconde debajo de una choza, Aparece Jacinto y ve a Patricio quien le invita a refugiarse de la lluvia.

JACINTO: Ha llovido mucho Patricio, y ten por seguro que lloverá otra vez, porque esta es la lluvia de Giagia. No era de esta tierra, sino de Oriente, y pertenece en espíritu a Yucatán. (Truenos) Te lo dije, que llovería otra vez.

 Un último trueno y hay oscuridad acompañada con el cese de la lluvia.  Música de fondo acompaña al amanecer.

PÁJARO PUJUY: En la segunda mitad del Siglo XVIII acontecieron los sucesos que ustedes van a ver. El caudillo bautizado Jacinto Uc de los Santos tomó el nombre de Jacinto –Kaan Ek-serpiente negra- honrando al último príncipe maya del Siglo XVII. Ambos son rostros de una misma historia. En la voz de Jacinto habla la tierra, hablan los caudillos de ayer, hoy, mañana y siempre. (Mutis)

Entran primero a escena Miguel Kantun, Niño Guy y Doña Charo. Después el Padre Matías junto con  Patricio y Rosaura.  Micaela y Exa realizan tareas de limpieza. Aparacen indígenas mayas con Jacinto. Unos se quedan con el Padre Matías, otros a las labores del día. Doña Charo algo disgustada hace que dos indígenas le ayuden a acomodar una mesa. Ella empieza a hacer sus arreglos.

DOÑA CHARO: (Habla con Kantun) Este niño Guy parece muy tonto. Me lo traje para que no estorbe en la casa en Mérida. Miguel, aquí te lo entrego, a ver qué puedes hacer por él. (Miguel Kantun toma a Guy y se dirige a Jacinto).

MIGUEL KANTUN: (Toma a Guy y alcanza a ver a Jacinto) Jacinto Uc, que bueno que te encuentro, mira te presento a mi sobrino Guy. Vino de la ciudad con su tía, Doña Charo. Quiero que lo enseñes a ser hombre.

JACINTO: Bien, haré de él un indígena maya. (Jacinto Toma de la mano a Guy y camina hacia abajo y al lado del escenario. Micaela entra con Rosaura)

MICAELA: Estas lluvias tempraneras anuncian larga sequía. Hay que llenar los aljibes y echar en ellos carbones encendidos para que mueran las sabandijas del aire. (Hacen esa labor)

JACINTO: (A Guy) Este es un caracol que recogí en la playa (lo saca de un morral) Toma, es tuyo. Debes colocarlo en tus oídos. (Lo hace) Si escuchas con atención, escucharás las voces del viento y del mar. (Entra la niña Exa. Todos la miran extrañados, no era de ese lugar. Exa ve a unas gallinas y busca entre sus bolsas algo que darles de comer, y luego acude a donde estan Micaela y Rosaura y les ayuda con sus tareas como las de desgranar maíz. Guy se acerca a Exa y le ayuda. Jacint se aleja.Doña Charo observa a Guy).
 DOÑA CHARO: Qué tonto eres Guy, voy a decirle a tu tío Miguel que traiga un doctor para que te examine. (Guy mientras ayuda a las mujeres, examina el caracol y platica con Exa)

GUY: Me llamo Guy, ¿y tú?

NIÑA EXA: Exa. (Saca de la bolsa unos pedazos de tortilla) He guardado estos pedazos de tortilla y le di de comer a las gallinas y ahora quiero ir a darles a los conejos. ¿Quieres ir conmigo?
 GUY: ¡Claro! (Se levantan pero se escucha un susurro) Pspspspspsssss. (Como si alguien llamara a Guy y a Exa. Ambos acuden hacia donde proviene el susurro. Alcanzan a ver una figura en tela blanca con colores brillosos, tratan de seguirla y en su camino se encuentran con Jacinto. Los tres siguen con su mirada a la figura. Jacinto les dice lo que estan viendo. Ambos se asombran. Van a decirle a Doña Charo).Tía Charo, acabamos de ver a la Xtabay.

Exa: En vida fue muy compasiva: socorría a los mendigos, curaba a los enfermos abandonados, amparaba a los animales; era humilde de corazón y sufría resignadamente las injurias de la gente.

DOÑA CHARO: ¡Ave María Purísima! No digas eso. La ishtabay es pura superstición de estos indios. Y ademas dice la leyenda que se daba continuamente al pecado de la carne. Las personas honradas del lugar la despreciaban y huían de ella.

GUY: Lo que vimos es una muchacha que parece encendida por dentro. (Guy y Exa relatan mimicamente lo que vieron. Doña Charo se persigna y ve al Padre Matías quien termina de platicar con los indígenas. Jacinto se acerca a ellos con un ademán le indica a los indígenas que lo sigan, [Hacen mutis]. El Padre Matías se acerca a Doña Charo).

DOÑA CHARO: Padre Matías necesito que a estos herejes les saque todas las malas ideas que tienen en la cabeza. Tengo entendido que su iglesia se llena de puros indios. No se ve con buenos ojos que el dinero que damos de limosna se las reparta entre ellos.
 PADRE MATÍAS: Has de saber, hija mía, que el Padre Matías le ha dado el permiso, al Padre Matías para hacer la caridad del mejor modo posible. (Hace mutis y deja a Doña Charo maldiciendo. Oscuro).

Entran a escena  Jacinto y Guy. Aparece el Pájaro Pujuy. Ambo siguen el caminar de la ave.

JACINTO: En buena hora, niño Guy, nos acompaña el Pájaro Pujuy. Hay que seguir adelante, vencer el cansancio, el miedo y el deseo. La fatiga disfraza sus intenciones. La fatiga es sueño, curiosidad y desgano en los caminantes. Abre bien los ojos y sigue al Pájaro Pujuy. El no se equivoca. Su destino es como el nuestro. Caminar para que otros no se pierdan. (Mira hacia el cielo) Hoy habrá eclipse de luna, niño. Hay que estar preparados cuando la tierra se coma a la luna. También es buen tiempo de conocer para que nuestra causa sea fuerte. (Para su relato y mira a la tierra). Guy besa a la tierra. (Lo hace) Debajo de ella está el cuerpo de Juan José Hoil. Vivió un tiempo en Chumayel. Fue sabio en las artes de la escritura. De sus abuelos heredó experiencias y noticias de la historia. Todo lo escribió en un libro que está guardado con aldaba de hierro. Un día podrás leerlo y conocerás el secreto de sus palabras. (Ahora Jacinto se arrodilla y besa la tierra).
 GUY: ¿Por qué haces eso?

JACINTO: Aquí estuvo enterrado Nachi Cocom que murió acosado por la crueldad de los blancos. Sobre su tumba, en el silencio de la noche, se oye el trueno de voz.

GUY: Yo no lo oigo.

JACINTO: Porque eres bueno.
 Guy encuentra un palo y escribe algo en el suelo.

JACINTO: Deja leer lo que escribes. ‘Mamá, quisiera ser el huésped de tus ojos’. (Guy le pregunta).

GUY: ¿Es cierto Jacinto que los niños que se mueren se convierten en pájaros?

JACINTO: No lo sé niño.

GUY: ¿Es cierto Jacinto, que los niños que se mueren se convierten en flores?

JACINTO: No lo sé niño.

GUY: ¿Es cierto Jacinto, que los niños que se mueren se van al cielo?
JACINTO: No lo sé niño.
 GUY: Entonces Jacinto, dime ¿qué les pasa a los niños que se mueren?

JACINTO: Pues los niños que se mueren, despiertan.

Se escuchan ruido de palos y voces altas de los indígenas.

GUY: ¿Qué pasa Jacinto, por qué hacen tanto ruido?

JACINTO: ¡Mira la luna como empieza a desaparecer!

INDÍGENAS: ¡Se comen a la luna! ¡Se comen a la luna! ¡Se comen a la luna!

JACINTO: Ven, hagamos lo mismo

JACINTO, GUY, INDÍGENAS: (Viendo al cielo) ¡Se comen a la luna!
¡Se comen a la luna! ¡Se comen a la luna! ¡Se comen a la luna! (Apagón. Fin del segundo acto).

 TERCER ACTO (La doctrina)

(Se ilumina la escena en la parte alta del escenario, un fraile y el Capitán conquistador. Abajo y en medio por los lados entran un grupo de soldados conquistadores, buscando reclutas. Se comportan de forma grosera)

CAPITÁN: Necesito hombres para formar de un ejército que cuide de mis propiedades, que conquiste más tierras, más riquezas.

 FRAILE: Usa de los sanguinarios, de los asesinos, de los familiarizados con el dolor ajeno.

CAPITÁN: Ya probé y no dio resultado, pues a la mitad del camino arrojaron las armas y se rindieron al enemigo.

 FRAILE: Bueno, utiliza a la gente de músculos templados, de pechos de acero, de espaldas fuertes como un toro.

CAPITÁN: Ya lo hice, pero en cuanto vieron al enemigo les flaquearon las piernas, temblaron como gallinas y salieron huyendo

FRAILE: Entonces, hijo mío, ni el mismo Dios, puede ayudarte. Sigue buscando, sigue buscando. (Mutis del Fraile. El Capitán va hacia sus hombres. Buscan indígenas, patean sus cosas, Jacinto y sus seguidores asoman sus cabezas y ven lo que ocurre, se ocultan. Los conquistadores hacen mutis. Al salir, Jacinto entra a escena seguido de su gente y lo rodean).

Aqui se puede manejar hasta finalizar del tercer acto, a discreción del director, traducir al inglés y al maya los parlamentos hablados en español e incorporalos a la escena.

JACINTO: Los hombres blancos no saben de la tierra, ni del mar, ni del viento de estos lugares. Ellos hicieron que estas tierras fueran extrañas para los mayas.

DON CHUMIN: ¿Qué saben ellos si noviembre es bueno para quebrar los maizales?

PATRICIO: ¿Qué saben ellos de pizcar la fruta, del henequén, del fríjol?

RAMON BALAM: Es más importante nuestras vidas que alimentar a los hombres blancos.

DOMINGO CANCHÉ: Los blancos hacen que con nuestra sangre compremos el aire que respiramos. Es por eso que necesitamos saber cuán diferente es la necesidad de nosotros y las necesidades de ellos. (Aparece el Capitán pero distanciado del grupo. Aparece en primer plano un indígena maya. Ambos indican como se satisfacen sus necesidades).

INDÍGENA: A mi me basta para mi sustento una medida de maíz, soy maya.

CAPITÁN: A mi no me bastan para vivir 10 medidas de maíz, soy blanco.

JACINTO: Esto Se debe a que el maya come y bendice su tranquilidad. Mientras que el blanco come y desasosegado, guarda todo lo que puede para mañana. Es muy importante entender la naturaleza de ambos. (Entra Micaela con Rosaura con una jícara).

MICAELA: El blanco no sabe que una jícara no lleva más agua que la que señalan sus bordes. La demás se derrama y se desperdicia.

JACINTO: Si nos fijamos, podremos conocer la naturaleza y la intención de los caminantes. El blanco parece que marcha; el maya parece que duerme. El blanco husmea; el maya respira. El blanco avanza; el maya se aleja. El blanco quiere poder; el maya, descanso.

ROSAURA: Nosotros somos la tierra;

PATRICIO: Ellos son el viento.

MICAELA: En nosotros maduran las semillas;

RAMON BALAM: En ellos se orean las ramas. (Entran Exa y Guy)

EXA: Nosotros alimentamos las raíces;

GUY: Ellos alimentan las hojas.

JACINTO: Bajo nuestras plantas caminan las aguas de los cenotes, olorosas a las manos de las vírgenes muertas. Sobre ellas se desempeñan las voces de los guerreros que las ganaron.

MICAELA, ROSAURA, EXA: Nosotros somos la tierra.

PATRICIO, RAMON, GUY: Ellos son el viento. (Jacinto se dirige a Guy)

JACINTO: El futuro de estas tierras depende de la unión de aquello que está dormido en nuestras manos y de aquello que está despierto en la de ellos. Miren a Guy, en este niño corren en su venas sangre maya y tiene cara española. Puede hablar una lengua y hasta dos. Dentro de él viven las voces que se dicen y las palabras que se escriben. No es de ni de la tierra ni del viento. En él, la razón y el sentimiento se trenzan. No es de abajo ni de arriba. Está donde debe estar. Es como el eco que funde con nuevo nombre, en la altura del espíritu.

RAMON BALAM: Los blancos han olvidado lo que es la tierra.

DOMINGO CANCHÉ: Pasan sobre ella aplastando y atropellando la gracia de sus rosas.
 TODOS: Es necesario saber cómo y cuándo debemos librarnos de ese mal. (Apagón fin del tercer acto)

 
CUARTO ACTO (Las injusticias)
 El poblado de Cisteil (kisteil) está de fiesta, los indígenas celebran con un baile autóctono, el cual es interrumpido por el  sonido de una trompeta, disparos y ladridos de perros de caza. Soldados conquistadores sitian la plaza cometiendo atrocidades. Detienen a Patricio quien está al lado de Rosaura, dos jóvenes, hijos del amo, la miran con lasciva y la corretean, Jacinto y el padre de Rosaura, Jesús Chí, intentan impedirlo pero los amagan hombres armados. Se escucha un grito desgarrador, de la violacion de Rosaura. Soldados arremeten contra Jacinto y los suyos. Entra el Capitán acompañado del Amo vestido con ropa de cazador.

CAPITÁN: Amo, ya está todo listo para la cacería de venado. El día se ve muy bueno y no hay que desperdiciarlo.

AMO: Bien partamos, pero antes ordena a tus hombres que busquen indios fuertes para proteger mis tierras. Y que se diviertan un poco, que bien se lo merecen. (Obedece y hacen mutis al sonido de la trompeta. Soldados empujan a los indígenas como ganado escogiendo a los hombres. Otros ven a Micaela y a Exa y las corretean. [Hacen mutis]. Aparece Rosaura en llanto ya con el vestido desgarrado y sangriento, golpeada, ultrajada, cubierta de polvo, sangre y baba; signos de que fue violada por los hijos del amo. Jacinto, Don Chumin y Jesús Chí la socorren. La ven con tristeza y rabia lo acontecido. Jesús Chí aprieta los puños, imposibilitado de hacer algo por su hija. Jacinto trata de consolarlo, pero se aleja con rabia contenida.  Se escuchan a lo lejos ladridos de perros, voz alta de los cazadores persiguiendo a la presa, ordenan a los indígenas que cerquen al venado. Disparos y un grito de dolor. Entran a escena el amo y el Capitán riéndose y complacidos con la cacería. Entran los hijos del amo y platican entre ellos. Entran dos soldados conquistadores con Patricio arrestado. Uno de ellos al oido le da la noticia al amo de que Jesús Chí se suicido en la horca. El Capitán ordena a otros soldados que aparten a Jacinto y a Don Chumin, dejando a Rosaura en medio de la escena.

AMO: (Camina alrededor de Rosaura) Preciosa la prenda. (Se dirige a Patricio) Tu has de ser Patricio Uk. ¿Es cierto que te vas a casar con la hija de Jesús Chí, que por cierto me informan que se ahorcó hace unos momentos, quien sabe porque razón? (Jacinto intenta hacerle frente al amo, pero los soldados se lo impiden).

JACINTO: Sí señor, es cierto. Yo seré su padrino.
 AMO: ¿Después de lo que aconteció con mis hijos? (Ignora a Jacinto)

PATRICIO: Sí, señor. 

AMO: (Se carcajea sarcásticamente) Haces bien. Después de todo, para que la quieres nueva, (Le toma la quijada para verla bien) si ni siquiera la vas a poder usar. ¡Llévense a los dos! (Soldados se llevan a Patricio y Rosaura)

JACINTO: (Alcanza a decirle a Patricio). De todas maneras cásate Patricio. (Se escuchan los ladridos de perros, dando la entrada de dos soldados cargando la presa del día. Un indígena atado de pies y manos en un tronco como si fuera una presa de caza. El Capitán y el amo lo observan, como desilusionados de que no fue una presa animal, pero después se carcajean los dos).
 AMO: Menos mal que fue un indio. (Entra el herrero)

HERRERO: Señor, ya está terminado el hierro para marcar a las bestias. ¿Hago otro para marcar a los indios?
AMO: No. Utiliza el mismo. (El herrero hace mutis. El Amo se acomoda para poder recibir los reportes y ganancias del día. Los soldados le traen varias cosas de valor y las colocan ante sus pies).

DON CHUMIN: Señor, la cosechas de este año han sido buenas. Ya se han ido los carros de algodón. Las trojes están llenas y los molinos de aceite no dejan de trabajar. En el aserradero las trozas de roble, encino y nogal se estiban hasta arriba y no se nos ha pagado lo que se nos debe.

JACINTO: ¿Qué ha pasado con la aprobación de la reducción de los tributos personales que acordó la comunidad indígena?

AMO: Nada. Las necesidades de la hacienda son muchas. El Fisco es exigente.

JACINTO: Pero, señor, los indígenas están en la miseria; sufren de hambre; todo lo han dado, nada tienen.

AMO: Tú has de ser el indio llamado Jacinto Uc de los Santos.

JACINTO: Así es. Soy yo.

AMO: Me dices que no tienen nada. (Se levanta y lo aparta) Aquí entre nosotros, dime Jacinto, que ¿acaso no tienen hijas? (Se carcajea, escoltado del Capitán y los soldados levantan las cosas colectadas, pero antes de hacer mutis, Jacinto les dice).

 JACINTO: No señor, pero si tienen machetes. (Ambos se miran directamente a los ojos y el Amo hace mutis burlándose de él. Jacinto enfurecido) ¡Debemos saber cómo y cuándo debemos librarnos de este mal! (Apagón. Fin del cuarto acto).

 QUINTO ACTO (La rebelión)

Un grupo de indígenas entra a escena desesperados buscando a Exa y al niño Guy. Buscan por todos lados, sin éxito alguno. Jacinto entra cargando el cuerpo inerme de Guy. Las mujeres de Cisteil le lloran al ver a Guy e indican a Jacinto que no encuentran a Exa por ninguna parte.

PÁJARO PUJUY: La muerte de Guy, la desaparición de Exa y las injusticias contra los indígenas hacen que cada vez esté más triste y más violento el corazón de Jacinto. Antes hablaba y decía su pensamiento. Ahora en sus ojos, se ha encendido la sangre de los mayas. La sombra de Jacinto es roja.

JACINTO: (Recuesta el cuerpo de Guy y se dirige a todos sus seguidores) Hijos míos muy amados: no sé que esperas para sacudirse el pesado yugo y servidumbre, imuestos por los españoles; yo he caminado por toda la provincia y registrado todos sus pueblos, y considerando con atención qué utilidad o beneficio nos trae la sujeción de España y no hallo otra cosa que una penosa servidumbre.

PADRE MATÍAS: Un pastor no distingue las ovejas buenas de las malas. Por eso no pregunta a nadie cómo son sus ovejas, antes de lanzarse contra el lobo. Así hay que defender a los indígenas buenos y malos contra los blancos: lobos de estas tierras.

JACINTO: ¿Por qué nos enseñan los españoles a querer a un dios que permite que los ellos nos peguen y nos maten? ¿Cómo quieren los señores blancos que usemos las armas con energía, si las tenemos que usar tan sólo en beneficio de ellos y de sus haciendas y nunca a favor de nuestro espíritu? ¿Por qué hemos de cantar de rodillas un canto de contrición que no sentimos? No lo digamos más porque, aun diciéndolo con los labios, cometemos falta en nuestro espíritu. Los conquistadores son los lobos de está tierra. Es por todo eso y más que ha llegado el tiempo de la guerra de liberación.
 PÁJARO PUJUY: Ya se cumplen las promesas de los grandes sacerdotes mayas. Llegó el momento de la guerra de liberación. Ante la incidencia de los hombres blancos, Jacinto al convocar a los mayas sin decir más palabras, les señala una mesa donde hay pocas armas y pan. A los que toman el pan, Jacinto les da un arma para que defiendan sus casas. Los que toman machetes, Jacinto les da pan para que defiendan sus trincheras. Entran otros indigenas portando machetes en señal de rebeldía coreando la palabra Kaan Ek- serpiente negra, serpiente estrella'   Kaan Ek, ‘Kaan Ek, serpiente negra, serpiente de la estrella'

En forma de ritual le colocan a Jacinto la indumentaria de la virgen de la iglesia de Cisteil para coronarse rey de los mayas.
INDÍGENAS: (Alzan sus machetes) ¡Kaan Ek!
 Kaan Ek: (Al terminar el ritual revisa a su recién formado ejército) Son pocas las armas. Las demás las tienen los hombres blancos. (Alzan nuevamente los brazos y dando su grito de batalla)

INDÍGENAS: ¡Kaan Ek! (Apagón).
 Un grupo de indígenas mayas reciben castigo a latigazos al ser utilizados como bestias de carga. Un verdugo y tres soldados están con ellos.

VERDURGO: Indios maleantes, delincuentes, purguen su sentencia para que sean decentes. (Kaan Ek y sus hombres sorprenden a los soldados, matan a dos y uno escapa. Kaan Ek toma al verdugo y lo mata. Kaan Ek recoge las armas de los soldados y las reparte entre su gente que no portan armas. Alzan las manos con las nuevas armas gritando ¡Kaan Ek! Hacen mutis. Regresa el soldado que huyó y al ver a su gente muerta grita despavorido).
 SOLDADO: ¡Se han sublevado los indios! ¡Se han sublevado los indios!

Un pequeño grupo de soldados entra a escena respondiendo los gritos del soldado sobreviviente. Los indígenas los sorprenden, se libra un combate cuerpo a cuerpo, hay heridos y muertos de ambos bandos. Se escucha al fondo la voz de los conquistadores: ¡Se han sublevado los indios!

Más soldados entran a escena, superan a los indígenas, unos escapan otros son aniquilados. Los soldados buscan más rebeldes. Entra el Pájaro Pujuy.

PÁJARO PUJUY: Se cumplen las profecías de Nahua Pech, uno de los profetas del tiempo viejo. No se contentarán los blancos con lo suyo, ni con lo que han ganado. Querrán también la miseria de nuestra comida y la miseria de nuestra casa. Levantaran su odio contra nosotros y nos obligaran a refugiarnos en los montes y en los lugares apartados. Entonces iremos, como las hormigas detrás de las alimañas y comeremos cosas malas: raíces, grajos,
cuervos, ratas y langostas del viento. Y la podredumbre de esta comida llenará de rencor nuestros corazones. (Mutis).
 Indígena que encuentran con un machete colgado en la pared lo matan y a otro lo torturan para que confiese el paradero de Kaan Ek.
SOLDADO: Indio miserable, confiesa, ¿dónde esta Kaan Ek?
 INDÍGENA: ¡Yo soy Kaan Ek! (De un porrazo lo mata).

SOLDADOS: ¡Se han sublevado los indios!

Se escucha a lo lejos el golpe de los tunkules, de las icoteas y los gritos de indígenas que entran a escena con machetes y palos y son recibidos por disparos de mosquetones. Un silencio invade la escena. Los conquistadores dan el tiro de gracia a los indígenas caídos. Mientras que a lo lejos se escucha el grito de batalla de los indígenas, ¡Kaan Ek! ¡Kaan Ek! ¡Kaan Ek! ¡Kaan Ek!.

SOLDADOS: ¡Se han sublevado los indios! (Mutis)

PÁJARO PUJUY: (Camina alrededor de los indígenas muertos) En la plaza de Cisteil las piedras se desangraban junto a los mayas muertos. Para las piedras y para los indígenas la plaza fue un campo de batalla. Para los blancos la plaza de Cisteil fue un circo. (Mutis. Entran soldados con el Capitán al mando y con indígenas presos. Panorama muy desolador. Un Heraldo entra y se cuadra ante su superior. Se escucha un toque de trompeta)

HERALDO: (Lee un comunicado) El gobernador de la provincia comunica que la rebelión de los indígenas es cruel y que sus jefes han despreciado, llevados por sus instintos animales y dementes, la fe, la razón y las costumbres cristianas y, como escarmiento aconsejado por la prudencia, que se proceda a castigar a los promotores de esta rebelión, con toda la energía acorde con la caridad.

CAPITÁN: (Dirigiéndose a uno de los indígenas presos) ¿Dónde está Kaan Ek?

INDÍGENA: ¡Yo soy Kaan Ek!

El Capitán alza su brazo para dar la orden de ejecución a los demás detenidos y estos gritan al unísono: ¡Yo soy Kaan Ek! Disparan con mosquetes, caen aniquilados. El Capitán ordena desesperado.

CAPITÁN: Quemen los cuerpos, el indio quemado hace buen abono. ¿En dónde está ese pueblo rebelde que llaman Kaan Ek? Diez bolsas de oro a quien agarre vivo o muerto a Kaan Ek. (Entra Kaan Ek desde la parte arriba del escenario).

Kaan Ek: ¿Me buscaba Capitán? (Todos los personajes se congelan. El Pájaro Pujuy entra a escena).

PÁJARO PUJUY: ¡No vayas Kaan Ek! ¡La muerte te espera!

Kaan Ek: Yo soy la muerte y soy la vida. Soy pasado presente y futuro. Medido está el tiempo. Medido está el sol. Conozco la medida de mi tiempo.
 PÁJARO PUJUY: ¡Tu pueblo te necesita Kaan Ek!

Kaan Ek: Sólo es necesario el sol, la tierra, el viento, el agua y la luz de la conciencia. Ya le di a mi pueblo lo que tenía que darle.

PÁJARO PUJUY: ¡Kaan Ek! ¡La muerte te espera!
 Kaan Ek: Así como tú caminas para que otros no se pierdan, yo también debo caminar para que los hombres del futuro no pierdan la luz de la conciencia. Viví para morir. Muero para vivir. (Vuelve la luz al escenario) Aquí estoy Capitán. ¡Yo soy Kaan Ek! (Pájaro Pujuy hace mutis).

CAPITÁN: ¡Agarrénlo, amarrénlo! ¡Que no se nos escape! (Soldados cumplen la orden)

Kaan Ek: Es inútil Capitán, le va a faltar cuerda para amarrar las manos de todo el pueblo.

CAPITÁN: Lleven a los prisioneros para que reciban el castigo que se merecen. (Kaan Ek, Domingo Canché, Ramón Balam y otros caminan escoltados por los soldados. Al salir de escena, entran por el lado contrario una corte de inquisidores, jueces, frailes, verdugos. Al fondo del escenario se alcanza a ver en sombra o como se haga el montaje a discreción del director, el ahorcamiento de Domingo Canché y un verdugo cortando la mano de Ramón Balam. Apagón. Fin del quinto acto).

 SEXTO ACTO (El juicio)

Se ilumina la escena con música de fondo dando entrada a una corte de inquisidores, verdugos, frailes, quienes se acomodan como jurado inquisidor. Al fondo se ven en sombra muchos más cuerpos de los indígenas que fallecieron durante la rebelión. Una forma de escarmiento al pueblo.
INQUISIDOR: Del general y sangriento estrago que amenaza la Provincia con la causa de la sublevación de los indios de ella, los cuales se precipitaron al temerario arrojo (Entra un verdugo con capucha cubriendo el rostro trayendo a Kaan Ek encadenado) de proclamar rey, con el nombre de Kaan Ek, a uno de ellos. (Se acomoda a Kaan Ek debajo de una horca). Hoy 17 de diciembre de 1761 en Cabildo de Mérida, nos reunimos a impartir la justicia necesaria con la ayuda de Dios, nuestro Señor, para castigar a este indio hereje, principal promotor de la rebelión. Al que quiso igualar al señorío y grandeza de su Majestad el Rey de España. El que enseñó a los indios doctrinas extrañas imponiendo falsos ídolos.
 Kaan Ek (Interrumpiendo con energía) Los extraños son ustedes. Nuestra gente ha vivido por siglos en estas tierras. El sol conoce nuestros rostros y ha dejado huella en nuestro color.
INQUISIDOR: Quien resistió a la justicia, quien opuso resistencia a las órdenes y el buen gobierno.
Kaan Ek: Sólo opusimos resistencia a la esclavitud, al trato de animales que se ha dado a nuestra gente. Los malvados han sido ustedes, por haber aplastado a los humildes. Nacimos libres y libres hemos querido permanecer.

INQUISIDOR: ¿Y para qué quieren la libertad, si no saben ser libres?

Kaan Ek: La libertad no es gracia que se recibe, ni derecho que se conquista. La libertad es un estado del espíritu. Los hierros y las cárceles no impiden que un hombre sea libre. La libertad del hombre se cumple en su conciencia.

PADRE MATÍAS (Con la Biblia en la mano) Señor ten misericordia de este pobre hombre. (Los inquisidores lo miran con asombro) ¿Por qué estás lejos, oh Dios, y te escondes en el tiempo de esta tribulación? Mira señor como con arrogancia los malos han perseguido a estos pobres indios. Los malos se jactan del deseo del alma de cada uno de ellos. Dios, contempla a los mortales, para ver si hay alguien que sea sensato. Los malos de estas tierras no te buscan a ti. ¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo, los que devoran a mi pueblo como si fuera pan?  ¡Jamás invocan al Señor!  Ustedes frustran los planes de los pobres. (La corte inquisidores se pone de pie). Señor, alza tu mano. Tu eres el amparo del huérfano, por favor Dios, haz justicia para este hombre y su pueblo.

INQUISIDOR: Saquen a este falso cura de aquí. (Soldados cumplen la orden)

Kaan Ek: Les duele escuchar la palabra de Dios.

INQUISIDOR: Se le acusa de asociación delictuosa, acopio he armas y por rebeldía. Heraldo, lea la sentencia contra ese miserable hereje.

HERALDO: Se le condena por lo tanto a morir ahorcado en el palo más alto para que la armonía, la paz y la justicia se reestablezca. Y además se ordena que sus huesos sean quebrados con un fierro candente y su carne sea arrancada con tenazas para posteriormente sus restos sean quemados y sus cenizas sean  esparcidas por el aire. Y por último que el pueblo de Cisteil, sea íntegramente arrasado e incendiado y cubierto de sal para perpetua memoria de su traición.

INQUISIDOR: (Música de fondo para la ejecución) Procédase a dar fe a la sentencia. (Toda la corte y los inquisidores de pie. El verdugo encapuchado toma la horca y se le coloca a Kaan Ek en el cuello. Todos excepto el verdugo y Kaan Ek bajan sus cabezas. El verdugo jala la cuerda.

GRITO DE LOS INDÍGENAS: ¡Yo soy Kaan Ek! (Apagón)

Canción  final los indígenas entran con velas encendidas  y otros con una caja con arena simbolizando las cenizas de Kaan Ek. En susurro dicen  ¡Yo soy Kaan Ek!

(Entra Kaan Ek acompañado del niño Guy. Un fuerte trueno)
PÁJARO PUJUY: El caminar de Kaan Ek no hace ruido, ni los pájaros huyen de él. En su sombra su cuerpo es claro como una luz encendida en la luz. (El elenco alza las velas al momento de que se dice ‘como una luz’ bajan la velas encendidas, los que traen las cenizas las desparraman por el aire e inmediatamente apagan las velas diciendo todos: ¡Yo soy Kaan Ek! (Apagón y telón).

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