Edición 1972
En la versión en poesía coral del grupo teatral Mascarones
Costa Mesa, California 1973
Adaptación teatral bilingüe (inglés y español) de Armando García
Oxnard, California, USA, 1988
Mérida Yucatán, México, 2010
Jacinto Canek (Jacinto Uc de los Santos) (1730- 14 de diciembre de 1761). Maya de raza pura, nació en el barrio de San Román, en la ciudad de San Francisco de Campeche, cuando el actual estado mexicano de Campeche formaba parte de la Capitanía General de Yucatán. Encabezó en Cisteil (se pronuncia Kisteil), el 19 de noviembre de 1761, una rebelión indígena contra los españoles y murió ejecutado el 14 de diciembre de 1761 tras suplicio al que fue sujeto por disposición del Brigadier José Crespo y Honorato, gobernante en turno.
Jacinto Uc de los Santos, es mejor conocido como Jacinto Canek (idioma maya: Kaan Ek, 'serpiente negra, serpiente de la estrella' ), pues tomó este apodo o coco kaba inspirado en el nombre recurrente de los gobernantes o halach uiniks de los itzáes, quienes constituyeron el último reducto de la población maya, que terminó aislada y resistió a la conquista española, por casi ciento cincuenta años, hasta finales del siglo XVII, en las inmediaciones del Lago Petén Itzá, de donde habían originalmente salido, quince siglos antes, para poblar la península de Yucatán. El sobrenombre lo adoptó Jacinto Uc la víspera de la rebelión.
Jacinto fue formado por religiosos franciscanos en el convento mayor de la ciudad de Mérida; debido a su temperamento rebelde fue expulsado y se convirtió en tahonero. Inteligente, educado y audaz, asume el liderazgo de un movimiento espontáneo gestado por las condiciones de injusticia social y de sometimiento en que vivían los mayas en la época colonial en Yucatán.
Jacinto Canek fue ejecutado, para escarmiento de su raza, el 14 de diciembre de 1761 en un cadalso construido en la plaza principal de la ciudad. Sus huesos fueron rotos con un fierro candente y su carne arrancada con tenazas, posteriormente los restos se quemaron y las cenizas se esparcieron por el aire. Al día siguiente se ahorcó a ocho de los caudillos y sus cuerpos fueron despedazados, mientras que numerosos macehuales fueron castigados con azotes, la pérdida de extremidades o alguna otra parte del cuerpo y la expulsión de la provincia.
PERSONAJES:
Sacerdotes Mayas
Indígenas Mayas
Chilam Balam
Pájaro Pujuy
Soldados Conquistadores
Capitán conquistador
Fraile conquistador
Jacinto Canek: Kaan Ek
Patricio
Micaela
Doña Charo
Niño Guy
Niña Exa
Padre Matías
Don Chumin
Jesús Chí
Domingo Canché
Ramón Balam
Rosaura
Amo y dos hijos
Heraldo
Inquisidores
Verdugos
PRIMER ACTO (La llegada del hombre blanco)
Yucatán antes de la llegada de los conquistadores europeos. Escenografía de una pirámide mostrando todo el resplandor de la civilización maya. Se Escucha música de fondo para dar pauta a la narración del texto de Ermilo Abreu Gómez sobre cómo se escribió Canek. Se ilumina la escena dan entrada a sacerdotes mayas encabezados por Chilam Balam. A su lado el Pájaro Pujuy y un grupo indígenas mayas.
Voz: Cuando niño, recogí de la boca de los indios mayas la historia y la leyenda de Canek. Allí, junto al fogón de la cocina, escuché de sus labios sus aventuras y sentencias. Desde entonces quedaron grabadas para siempre en mi memoria. Esta obra, refleja nuestro dolor por el dolor de los humildes, de los indígenas de nuestra tierra. Si la vida de Canek, sus enseñazas de liberación avivan la conciencia de los hombres frente a la injusticia, me tendré por satisfecho. Ermilo Abreu Gómez
SACERDOTES: Tal como todo pasó, así está escrito. Los que lo saben son los sacerdotes que vienen del gran linaje de los hombres mayas. (Toman posición en la pirámide. Chilam Balam al centro. Los indígenas divididos en coro de mujeres y hombres).
CHILAM BALAM: Hablarán los hombres mayas, los dioses antiguos hablarán, los viejos templos hablarán. (Suena caracol indígena y una flauta para que los coros de indígenas se cambien de lugar cruzándose por el escenario. Habla el Pájaro Pujuy).
PÁJARO PUJUY: Así habló Chilam Balam, gran sacerdote. Así dejó escrito todas las advertencias de las profecías de la llegada de los hombres blancos a estas tierras. Y fueron puestas en los yanaltés-libros sagrados, para que los hijos de sus hijos conozcan la medida del tiempo, para despertar a la tierra, a los hombres. Esta es la palabra que ha llegado para entenderla, interpretarla. El que la entienda podrá entender el principado de los abuelos.
CHILAM BALAM: La palabra nació por sí misma dentro de lo oscuro. La palabra no es la voz que se dice y se oye. La palabra es cuna del espíritu creador.
SACERDOTES: Toda luna, todo año, todo día camina y pasa también. También toda sangre llega al lugar de su quietud como llega a su poder y su trono.
PÁJARO PUJUY: Así hablaron nuestros padres, los hombres de sabiduría y conocimiento del pueblo maya.
CORO MUJERES: Jacinto Uc de los Santos recogió la palabra, recogió la semilla, interpretó el silencio de la noche, escuchó la palabra que guardaba el viento, desentrañó la palabra oculta y se la dio a los indígenas. Les descubrió el secreto de los Antiguos.
CORO DE HOMBRES: Esta es la historia de un indígena maya, de un caudillo del pueblo, que enseñó a su pueblo el tiempo de la liberación, para fortalecer el espíritu de los oprimidos contra los opresores.
Se realiza una danza maya, festiva del tiempo antes de la llegada de los conquistadores. La danza luce y en su momento culminante, se escucha el ruido de un cañonazo que cimbra el lugar. Se escuchan una mezcolanza de voces de los conquistadores, soldados, rezos de frailes. Los indígenas quedan estáticos asombrados por el tremendo ruido.
SACERDOTES: En el día Cinco Ih Dos Chen de nuestra cuenta, llegaron los Dzules a nuestras tierras.
CORO: ¡Del oriente llegaron, por donde sale el sol! (Se escucha las primeras estrofas de la “Maldición de Malinche” de Gabino Palomares dando entrada a los conquistadores)
“Del mar los vieron llegar, mis hermanos emplumados era los hombres barbados, de la profecía esperada”.
“Se oyó la voz del monarca de que el Dios había llegado y les abrimos la puerta por temor a lo ignorado”.
“Iban montados en bestias como Demonios del mal, iban con fuego en las manos y cubiertos de metal”.
“Sólo el valor de unos cuantos les opuso resistencia y al mirar correr la sangre se llenaron de vergüenza”.
Los conquistadores avanzan hacia los indígenas. Sus voces no se distinguen entre rezos y palabras de haber llegado a estas tierras. Clavan sus estandartes y una cruz enfrente de los indígenas. Forman un cerco alrededor de ellos en forma amenazante empleando sus armas.
CAPITAN: ¡Destruyan esos templos de ídolos, Ya no podrán reinar aquí!
Se inicia la destrucción y el genocidio de indígenas mayas. Solamente al principio se escuchan los gritos de los conquistadores y de los religiosos imponiéndose sobre los indígenas, quienes algunos se enfrentan a ellos. Caen víctimas de los dos bandos pero la superioridad militar de los conquistadores es obvia, los abusos y las atrocidades se pueden ver en cámara lenta, Se puede hacer el montaje a discreción del director, enfatizando la destrucción de ídolos, violaciones, humillación a los indígenas; mostrando la barbarie y el genocidio cometido al pueblo maya.
El Capitán y Chilam Balam se enfrentan en un diálogo. Se sugiere que los bandos reaccionen a las palabras del Capitán y Balam.
CAPITÁN: Renegad de vuestros falsos ídolos, a un lado vuestras falsas costumbres.
CHILAM BALAM: Es el tiempo de la miseria, arderá la tierra y empezará la guerra de opresión.
CAPITÁN: Ni se atrevan a rebelarse.
CHILAM BALAM: Pleito entre hermanos
CAPITÁN: Renieguen de sus prácticas.
CHILAM BALAM: Tiempo de sequías, de pestes, de viruelas, de sífilis
CAPITÁN: ¡Pidan perdón!
CHILAM BALAM: Ellos vinieron a enseñar el miedo, a marchitar las flores vinieron. ¡No hay verdad en la palabra de los extranjeros!
CAPITÁN: ¡Aceptad la carga como viene, Dios os la envía!
SACERDOTES: Chorreará la amargura, mientras la abundancia se sume. Arderá la guerra de opresión. Será el tiempo del dolor, del llanto y la miseria.
Los conquistadores y los indígenas rompen la cámara lenta. Los conquistadores subyugan a los indígenas dejando a una mujer en medio en posición de dar a luz. Detrás de ella se encuentra Chilam Balam, quien se va encogiendo hasta desaparecer. La mujer empieza a sentir dolor de parto el cual emite hasta culminar con la salida de su vientre de un indígena encadenado. Al salir completamente éste grita con las manos en plegaria.
INDÍGENA: ¡Canek! (Apagón, fin del primer acto)
SEGUNDO ACTO (La intimidad)
Se escucha los truenos de una tormenta. Música mestiza. Lluvia fuerte. Se ilumina lentamente la escena y se ve Yucatán en el Siglo XVIII, rasgos de lo que fue la gran civilización maya, chozas de indígenas. Canción.
En la tierra húmeda nació
El indio Canek, a la luz de la mañana
Con la piel de lodo y los ojos de
Obsidiana.
En la tierra húmeda creció
En un mar de color
Café, maíz y fríjol,
Silencio, incienso y dolor.
Se escucha un trueno y disminuye la intensidad de la lluvia. Se ve al Pájaro Pujuy buscando refugio y se alcanza a ver a Patricio que se esconde debajo de una choza, Aparece Jacinto y ve a Patricio quien le invita a refugiarse de la lluvia.
JACINTO: Ha llovido mucho Patricio, y ten por seguro que lloverá otra vez, porque esta es la lluvia de Giagia. No era de esta tierra, sino de Oriente, y pertenece en espíritu a Yucatán. (Truenos) Te lo dije, que llovería otra vez.
PÁJARO PUJUY: En la segunda mitad del Siglo XVIII acontecieron los sucesos que ustedes van a ver. El caudillo bautizado Jacinto Uc de los Santos tomó el nombre de Jacinto –serpiente negra- honrando al último príncipe maya del Siglo XVII. Ambos son rostros de una misma historia. En la voz de Jacinto habla la tierra, hablan los caudillos de ayer, hoy, mañana y siempre. (Mutis)
Un último trueno, la lluvia disminuye hasta cesar, música de fondo acompañando al amanecer. Entran a escena Miguel Kantun, Niño Guy, Doña Charo, Padre Matías, Patricio, Rosaura, Micaela y Exa. Indígenas mayas entran al fondo con Jacinto. Unos se quedan con el Padre Matías, otros a las labores del día. Miguel Kantun toma a Guy quien se encuentra al lado de Doña Charo y se dirige a Jacinto. Doña Charo algo disgustada se aleja y hace que dos indígenas le ayuden a acomodar una mesa. Ella empieza a hacer sus arreglos.
DOÑA CHARO: Este niño Guy parece muy tonto. Me lo traje para que no estorbe en la casa en Mérida. Miguel, aquí te lo entrego, a ver qué puedes hacer por él.
MIGUEL KANTUN: (Toma a Guy y alcanza a ver a Jacinto) Jacinto Uc, que bueno que te encuentro, mira te presento a mi sobrino Guy. Vino de la ciudad con su tía, Doña Charo. Quiero que lo enseñes a ser hombre.
JACINTO: Bien, haré de él un hombre maya. (Jacinto Toma de la mano a Guy y camina hacia abajo y al lado del escenario. Micaela entra con Rosaura)
MICAELA: Estas lluvias tempraneras anuncian larga sequía. Hay que llenar los aljibes y echar en ellos carbones encendidos para que mueran las sabandijas del aire. (Hacen esa labor)
JACINTO: (A Guy) Este es un caracol que recogí en la playa (lo saca de un morral) Toma, es tuyo. Debes colocarlo en tus oídos. (Lo hace) Si escuchas con atención, escucharás las voces del viento y del mar. (Entra la niña Exa. Todos la miran extrañados, no era de ese lugar. Exa da de comer a las gallinas, y luego se sienta junto a las indígenas a desgranar maíz. Guy se le acerca y le ayuda. Jacinto los mira y se aleja. Doña Charo observa a Guy).
DOÑA CHARO: Qué tonto eres Guy, voy a decirle a tu tío Miguel que traiga un doctor para que te examine. (Guy examina al caracol. Mira a Exa y se acerca a ella).
GUY: Me llamo Guy, ¿y tú?
NIÑA EXA: Exa. (Saca de la bolsa unos pedazos de tortilla) He guardado estos pedazos de tortilla para ir a darles de comer a los conejos. ¿Quieres ir conmigo?
GUY: ¡Claro! (Se levantan pero se escucha un susurro como si alguien llamara a Guy y a Exa. Ambos acuden hacia donde vino el susurro y aparece Jacinto y se dirige a ellos. Sonríen y Jacinto se aleja).Tía Charo, acabamos de ver a la Xtabay.
DOÑA CHARO: ¡Ave María Purísima! No digas eso. La ishtabay es pura superstición de todos estos indios.
GUY: Es como una muchacha alta, pálida y rubia. Parece Encendida por dentro. (Doña Charo se persigna y ve al Padre Matías terminando su plática con los indígenas. Jacinto regresa y con un ademán le indica a los indígenas que lo sigan, [Hacen mutis]. Doña Charo habla con el Padre Matías).
DOÑA CHARO: Padre Matías necesito que a estos herejes les saque todas las malas ideas que tienen en la cabeza. Tengo entendido que su iglesia se llena de puros indios. No se ve con buenos ojos que el dinero que damos de limosna se las reparta entre ellos.
PADRE MATÍAS: Has de saber, hija mía, que el Padre Matías le ha dado el permiso, al Padre Matías para hacer la caridad del mejor modo posible. (Hace mutis y deja a Doña Charo maldiciendo. Casi al anochecer. Entran a escena el Pájaro Pujuy, Jacinto y Guy).
JACINTO: En buena hora, niño Guy, nos acompaña el Pájaro Pujuy. Hay que seguir adelante, vencer el cansancio, el miedo y el deseo. La fatiga disfraza sus intenciones. La fatiga es sueño, curiosidad y desgano en los caminantes. Abre bien los ojos y sigue al Pájaro Pujuy. El no se equivoca. Su destino es como el nuestro. Caminar para que otros no se pierdan. (Mira hacia el cielo) Hoy habrá eclipse de luna, niño. Hay que estar preparados cuando la tierra se coma a la luna. También es buen tiempo de conocer para que nuestra causa sea fuerte. (Para su relato y mira a la tierra). Guy besa a la tierra. (Lo hace) Debajo de ella está el cuerpo de Juan José Hoil. Vivió un tiempo en Chumayel. Fue sabio en las artes de la escritura. De sus abuelos heredó experiencias y noticias de la historia. Todo lo escribió en un libro que está guardado con aldaba de hierro. Un día podrás leerlo y conocerás el secreto de sus palabras. (Ahora Jacinto se arrodilla y besa la tierra).
GUY: ¿Por qué haces eso?
JACINTO: Aquí estuvo enterrado Nachi Cocom que murió acosado por la crueldad de los blancos. Sobre su tumba, en el silencio de la noche, se oye el trueno de voz.
GUY: Yo no lo oigo.
JACINTO: Porque eres bueno.
Guy encuentra un palo y escribe algo en el suelo.
JACINTO: Deja leer lo que escribes. ‘Mamá, quisiera ser el huésped de tus ojos’. (Guy le pregunta).
GUY: ¿Es cierto Jacinto que los niños que se mueren se convierten en pájaros?
JACINTO: No lo sé niño.
GUY: ¿Es cierto Jacinto, que los niños que se mueren se convierten en flores?
JACINTO: No lo sé niño.
GUY: ¿Es cierto Jacinto, que los niños que se mueren se van al cielo?
JACINTO: No lo sé niño.
GUY: Entonces Jacinto, dime ¿qué les pasa a los niños que se mueren?
JACINTO: Pues los niños que se mueren, despiertan.
Se escuchan ruido de palos y voces altas de los indígenas.
GUY: ¿Qué pasa Jacinto, por qué hacen tanto ruido?
JACINTO: ¡Mira la luna como empieza a desaparecer!
INDÍGENAS: ¡Se comen a la luna! ¡Se comen a la luna! ¡Se comen a la luna!
JACINTO: Ven, hagamos lo mismo
JACINTO, GUY, INDÍGENAS: (Viendo al cielo) ¡Se comen a la luna!
¡Se comen a la luna! ¡Se comen a la luna! ¡Se comen a la luna! (Apagón. Fin del segundo acto).
TERCER ACTO (La doctrina)
(Se ilumina la escena en la parte alta del escenario, un fraile y el Capitán conquistador. Abajo y en medio por los lados entran un grupo de soldados conquistadores, buscando reclutas. Se comportan de forma grosera)
CAPITÁN: Necesito hombres para formar de un ejército que cuide de mis propiedades, que conquiste más tierras, más riquezas.
FRAILE: Usa de los sanguinarios, de los asesinos, de los familiarizados con el dolor ajeno.
CAPITÁN: Ya probé y no dio resultado, pues a la mitad del camino arrojaron las armas y se rindieron al enemigo.
FRAILE: Bueno, utiliza a la gente de músculos templados, de pechos de acero, de espaldas fuertes como un toro.
CAPITÁN: Ya lo hice, pero en cuanto vieron al enemigo les flaquearon las piernas, temblaron como gallinas y salieron huyendo
FRAILE: Entonces, hijo mío, ni el mismo Dios, puede ayudarte. Sigue buscando, sigue buscando. (Mutis del Fraile. El Capitán va hacia sus hombres. Buscan hombres, patean cosas de los indígenas, Jacinto y sus seguidores asoman sus cabezas y ven lo que ocurre, se ocultan. Los conquistadores hacen mutis. Al salir, Jacinto entra a escena y lo sigue su gente y lo rodean).
JACINTO: Los hombres blancos no saben de la tierra, ni del mar, ni del viento de estos lugares. Ellos hicieron que estas tierras fueran extrañas para los mayas.
DON CHUMIN: ¿Qué saben ellos si noviembre es bueno para quebrar los maizales?
PATRICIO: ¿Qué saben ellos de pizcar la fruta, del henequén, del fríjol?
RAMON BALAM: Es más importante nuestras vidas que alimentar a los hombres blancos.
DOMINGO CANCHÉ: Los blancos hacen que con nuestra sangre compremos el aire que respiramos. Es por eso que necesitamos saber cuán diferente es la necesidad de nosotros y las necesidades de ellos. (Aparece el Capitán pero distanciado del grupo. Aparece en primer plano un indígena maya).
INDÍGENA: A mi me basta para mi sustento una medida de maíz, soy maya.
CAPITÁN: A mi no me bastan para vivir 10 medidas de maíz, soy blanco.
JACINTO: Esto Se debe a que el maya come y bendice su tranquilidad. Mientras que el blanco come y desasosegado, guarda todo lo que puede para mañana. Es muy importante entender la naturaleza de ambos. (Entra Micaela con Rosaura con una jícara).
MICAELA: El blanco no sabe que una jícara no lleva más agua que la que señalan sus bordes. La demás se derrama y se desperdicia.
JACINTO: Si nos fijamos, podremos conocer la naturaleza y la intención de los caminantes. El blanco parece que marcha; el maya parece que duerme. El blanco husmea; el maya respira. El blanco avanza; el maya se aleja. El blanco quiere poder; el maya, descanso.
ROSAURA: Nosotros somos la tierra;
PATRICIO: Ellos son el viento.
MICAELA: En nosotros maduran las semillas;
RAMON BALAM: En ellos se orean las ramas. (Entran Exa y Guy)
EXA: Nosotros alimentamos las raíces;
GUY: Ellos alimentan las hojas.
JACINTO: Bajo nuestras plantas caminan las aguas de los cenotes, olorosas a las manos de las vírgenes muertas. Sobre ellas se desempeñan las voces de los guerreros que las ganaron.
MICAELA, ROSAURA, EXA: Nosotros somos la tierra.
PATRICIO, RAMON, GUY: Ellos son el viento. (Jacinto se dirige a Guy)
JACINTO: El futuro de estas tierras depende de la unión de aquello que está dormido en nuestras manos y de aquello que está despierto en la de ellos. Miren a Guy, en este niño corren en su venas sangre maya y tiene cara española. Puede hablar una lengua y hasta dos. Dentro de él viven las voces que se dicen y las palabras que se escriben. No es de ni de la tierra ni del viento. En él, la razón y el sentimiento se trenzan. No es de abajo ni de arriba. Está donde debe estar. Es como el eco que funde con nuevo nombre, en la altura del espíritu.
RAMON BALAM: Los blancos han olvidado lo que es la tierra.
DOMINGO CANCHÉ: Pasan sobre ella aplastando y atropellando la gracia de sus rosas.
TODOS: Es necesario saber cómo y cuándo debemos librarnos de ese mal. (Apagón fin del tercer acto)
CUARTO ACTO (Las injusticias)
El poblado de Cisteil (kisteil) está de fiesta, los indígenas celebran con un baile autóctono, el cual es interrumpido por el sonido de una trompeta, disparos y ladridos de perros de caza. Soldados conquistadores sitian la plaza cometiendo atrocidades. Detienen a Patricio quien está al lado de Rosaura, dos jóvenes, hijos del amo, la miran con lasciva y la corretean, Jacinto y el padre de Rosaura, Jesús Chí, intentan impedirlo pero los amagan hombres armados. Entra el Capitán acompañado del Amo vestido con ropa de cazador.
CAPITÁN: Amo, ya está todo listo para la cacería de venado. El día se ve muy bueno y no hay que desperdiciarlo.
AMO: Bien partamos, pero antes ordena a tus hombres que busquen indios fuertes para proteger mis tierras. Y que se diviertan un poco, que bien se lo merecen. (Obedece y hacen mutis al sonido de la trompeta. Soldados empujan a los indígenas como ganado escogiendo a los hombres. Otros ven a Micaela y a Exa y las corretean. [Hacen mutis]. Aparece Rosaura en llanto ya con el vestido desgarrado y sangriento, golpeada, ultrajada, cubierta de polvo, sangre y baba; signos de que fue violada por los hijos del amo. La socorren Jacinto, Don Chumin y Jesús Chí. La ven con tristeza y rabia lo acontecido. Jesús Chí, se levanta y aprieta los puños, imposibilitado de hacer algo por su hija. Jacinto trata de consolarlo, pero se aleja con rabia contenida. Se oye que Jesús Chí se suicida en la horca. Se escuchan a lo lejos ladridos de perros, voz alta de los cazadores persiguiendo a la presa, ordenan a los indígenas que cerquen al venado. Disparos y un grito de dolor. Entran a escena el amo y el Capitán riéndose y complacidos con la cacería. Entran los hijos del amo y platican entre ellos. Entran dos soldados conquistadores con Patricio arrestado. El Capitán ordena a otros soldados que aparten a Jacinto y a Don Chumin, dejando a Rosaura en medio de la escena.
AMO: (Camina alrededor de Rosaura) Preciosa la prenda. (Se dirige a Patricio) Tu has de ser Patricio Uk. ¿Es cierto que te vas a casar con la hija de Jesús Chí, que por cierto me informan que se ahorcó hace unos momentos, quien sabe porque razón? (Jacinto intenta hacerle frente al amo, pero los soldados se lo impiden).
JACINTO: Sí señor, es cierto. Yo seré su padrino.
AMO: ¿Después de lo que aconteció con mis hijos? (Ignora a Jacinto)
PATRICIO: Sí, señor.
AMO: (Se carcajea sarcásticamente) Haces bien. Después de todo, para que la quieres nueva, (Le toma la quijada para verla bien) si ni siquiera la vas a poder usar. ¡Llévense a los dos! (Soldados se llevan a Patricio y Rosaura)
JACINTO: (Alcanza a decirle a Patricio). De todas maneras cásate Patricio. (Se escuchan los ladridos de perros, dando la entrada de dos soldados cargando la presa del día. Un indígena atado de pies y manos en un tronco como si fuera una presa de caza. El Capitán y el amo lo observan, como desanimados, pero después una gran carcajada de los dos).
AMO: Menos mal que fue un indio. (Entra el herrero)
HERRERO: Señor, ya está terminado el hierro para marcar a las bestias. ¿Hago otro para marcar a los indios?
AMO: No. Utiliza el mismo. (El herrero hace mutis. El Amo se acomoda para poder recibir los reportes y ganancias del día. Los soldados le traen varias cosas de valor y las colocan ante sus pies).
DON CHUMIN: Señor, la cosechas de este año han sido buenas. Ya se han ido los carros de algodón. Las trojes están llenas y los molinos de aceite no dejan de trabajar. En el aserradero las trozas de roble, encino y nogal se estiban hasta arriba y no se nos ha pagado lo que se nos debe.
JACINTO: ¿Qué ha pasado con la aprobación de la reducción de los tributos personales que acordó la comunidad indígena?
AMO: Nada. Las necesidades de la hacienda son muchas. El Fisco es exigente.
JACINTO: Pero, señor, los indígenas están en la miseria; sufren de hambre; todo lo han dado, nada tienen.
AMO: Tú has de ser el indio llamado Jacinto Uc de los Santos.
JACINTO: Así es.
AMO: Me dices que no tienen nada. (Se levanta y lo aparta) Aquí entre nosotros, dime Jacinto, que ¿acaso no tienen hijas? (Se carcajea, escoltado del Capitán y los soldados levantan las cosas colectadas, hacen mutis).
JACINTO: No señor, pero si tienen machetes. (Ambos se miran directamente a los ojos y el Amo hace mutis burlándose de él. Jacinto enfurecido) ¡Debemos saber cómo y cuándo debemos librarnos de este mal! (Apagón. Fin del cuarto acto).
QUINTO ACTO (La rebelión)
Un grupo de indígenas entra a escena desesperados buscando a Exa y al niño Guy. Buscan por todos lados, sin éxito alguno. Jacinto entra cargando el cuerpo inerme de Guy. Las mujeres de Cisteil le lloran al ver a Guy e indican a Jacinto que no encuentran a Exa por ninguna parte.
PÁJARO PUJUY: La muerte de Guy, la desaparición de Exa y las injusticias contra los indígenas hacen que cada vez esté más triste y más violento el corazón de Jacinto. Antes hablaba y decía su pensamiento. Ahora en sus ojos, se ha encendido la sangre de los mayas. La sombra de Jacinto es roja.
JACINTO: (Recuesta el cuerpo de Guy y se dirige a todos sus seguidores) Hijos míos muy amados: no sé que esperáis para sacudir el pesado yugo y servidumbre, trabajos en que os ha puesto la sujeción a los españoles; yo he caminado por toda la provincia y registrado todos sus pueblos, y considerando con atención qué utilidad o beneficio nos trae la sujeción de España y no hallo otra cosa que una penosa servidumbre.
PADRE MATÍAS: Un pastor no distingue las ovejas buenas de las malas. Por eso no pregunta a nadie cómo son sus ovejas, antes de lanzarse contra el lobo. Así hay que defender a los indígenas buenos y malos contra los blancos: lobos de estas tierras.
JACINTO: ¿Por qué nos enseñan a querer a un dios que permite que los blancos nos peguen y nos maten? ¿Cómo quieren los señores blancos que usemos las armas con energía, si las tenemos que usar tan sólo en beneficio de ellos y de sus haciendas y nunca a favor de nuestro espíritu? ¿Por qué hemos de cantar de rodillas un canto de contrición que no sentimos? No lo digamos más porque, aun diciéndolo con los labios, cometemos falta en nuestro espíritu. Los conquistadores son los lobos de está tierra. Es por todo eso y más que ha llegado el tiempo de la guerra de liberación.
PÁJARO PUJUY: Ya se cumplen las promesas de los grandes sacerdotes mayas. Llegó el momento de la guerra de liberación. Ante la incidencia de los hombres blancos, Jacinto al convocar a los mayas sin decir más palabras, les señala una mesa (Se representa) donde hay pocas armas y pan. A los que toman el pan, Jacinto les da un arma para que defiendan sus casas. Los que toman machetes, Jacinto les da pan para que defiendan sus trincheras.
Indígenas mayas corean ‘Kaan Ek, serpiente negra, serpiente de la estrella'. Siguen coreando ‘Kaan Ek, serpiente negra, serpiente de la estrella' Y en forma de ritual le colocan a Jacinto la indumentaria de la virgen de la iglesia de Cisteil para coronarse rey de los mayas.
INDÍGENAS: (Alzan sus machetes) ¡Canek!
CANEK: (Al terminar el ritual revisa a su recién formado ejército) Son pocas las armas. Las demás las tienen los hombres blancos. (Alzan nuevamente los brazos y un grito de batalla)
INDÍGENAS: ¡Canek! (Apagón).
Un grupo de indígenas mayas reciben castigo a latigazos al ser utilizados como bestias de carga. Un verdugo y tres soldados están con ellos.
VERDURGO: Indios maleantes, delincuentes, purguen su sentencia para que sean decentes. (Canek y sus hombres sorprenden a los soldados, matan a dos y uno escapa. Canek toma al verdugo y lo mata. Canek recoge las armas de los soldados y las reparte entre su gente. Alzan las manos con las nuevas armas gritando ¡Canek! Hacen mutis. Regresa el soldado que huyó y al ver a su gente muerta grita despavorido).
SOLDADO: ¡Se han sublevado los indios! ¡Se han sublevado los indios!
Un pequeño grupo de soldados entra a escena respondiendo los gritos del soldado sobreviviente. Los indígenas los sorprenden, se libra un combate cuerpo a cuerpo, hay heridos y muertos de ambos bandos. Se escucha al fondo la voz de los conquistadores: ¡Se han sublevado los indios! Más soldados entran a escena, superan a los indígenas, unos escapan otros son aniquilados. Los soldados buscan más rebeldes. Indígena que encuentran con un machete colgado en la pared lo matan y a otro lo torturan para que confiese el paradero de Canek. Entra el Pájaro Pujuy.
PÁJARO PUJUY: Se cumplen las profecías de Nahua Pech, uno de los profetas del tiempo viejo. No se contentarán los blancos con lo suyo, ni con lo que han ganado. Querrán también la miseria de nuestra comida y la miseria de nuestra casa. Levantaran su odio contra nosotros y nos obligaran a refugiarnos en los montes y en los lugares apartados. Entonces iremos, como las hormigas detrás de las alimañas y comeremos cosas malas: raíces, grajos, cuervos, ratas y langostas del viento. Y la podredumbre de esta comida llenará de rencor nuestros corazones. (Mutis).
SOLDADO: Indio miserable, confiesa, ¿dónde esta Canek?
INDÍGENA: ¡Yo soy Canek! (De un porrazo lo mata).
SOLDADOS: ¡Se han sublevado los indios!
Se escucha a lo lejos el golpe de los tunkules, de las icoteas y los gritos de indígenas que entran a escena con machetes y palos y son recibidos por disparos de mosquetones. Un silencio invade la escena. Los conquistadores dan el tiro de gracia a los indígenas caídos. Mientras que a lo lejos se escucha el grito de batalla de los indígenas, ¡Canek! ¡Canek! ¡Canek! ¡Canek!.
SOLDADOS: ¡Se han sublevado los indios! (Mutis)
PÁJARO PUJUY: (Camina alrededor de los indígenas muertos) En la plaza de Cisteil las piedras se desangraban junto a los mayas muertos. Para las piedras y para los indígenas la plaza fue un campo de batalla. Para los blancos la plaza de Cisteil fue un circo. (Mutis. Entras soldados con el Capitán al mando y con indígenas presos. Panorama muy desolador. Un Heraldo entra y se cuadra ante su superior. Se escucha un toque de trompeta)
HERALDO: (Lee un comunicado) El gobernador de la provincia comunica que la rebelión de los indígenas es cruel y que sus jefes han despreciado, llevados por sus instintos animales y dementes, la fe, la razón y las costumbres cristianas y, como escarmiento aconsejado por la prudencia, que se proceda a castigar a los promotores de esta rebelión, con toda la energía acorde con la caridad.
CAPITÁN: (Dirigiéndose a uno de los indígenas presos) ¿Dónde está Canek?
INDÍGENA: ¡Yo soy Canek!
El Capitán alza su brazo para dar la orden de ejecución a los demás detenidos y estos gritan al unísono: ¡Yo soy Canek! Disparan con mosquetes, caen aniquilados. El Capitán ordena desesperado.
CAPITÁN: Quemen los cuerpos, el indio quemado hace buen abono. ¿En dónde está ese pueblo rebelde que llaman Canek? Diez bolsas de oro a quien agarre vivo o muerto a Canek. (Entra Canek desde la parte arriba del escenario).
CANEK: ¿Me buscaba Capitán? (Todos los personajes se congelan. El Pájaro Pujuy entra a escena).
PÁJARO PUJUY: ¡No vayas Canek! ¡La muerte te espera!
CANEK: Yo soy la muerte y soy la vida. Soy pasado presente y futuro. Medido está el tiempo. Medido está el sol. Conozco la medida de mi tiempo.
PÁJARO PUJUY: ¡Tu pueblo te necesita Canek!
CANEK: Sólo es necesario el sol, la tierra, el viento, el agua y la luz de la conciencia. Ya le di a mi pueblo lo que tenía que darle.
PÁJARO PUJUY: ¡Canek! ¡La muerte te espera!
CANEK: Así como tú caminas para que otros no se pierdan, yo también debo caminar para que los hombres del futuro no pierdan la luz de la conciencia. Viví para morir. Muero para vivir. (Vuelve la luz al escenario) Aquí estoy Capitán. ¡Yo soy Canek! (Pájaro Pujuy hace mutis).
CAPITÁN: ¡Agarrénlo, amarrénlo! ¡Que no se nos escape! (Soldados cumplen la orden)
CANEK: Es inútil Capitán, le va a faltar cordel para atar las manos de todo el pueblo.
CAPITÁN: Lleven a los prisioneros para que reciban el castigo que se merecen. (Canek, Domingo Canché, Ramón Balam y otros caminan escoltados por los soldados. Al salir de escena, entran por el lado contrario una corte de inquisidores, jueces, frailes, verdugos. Al fondo del escenario se alcanza a ver en sombra o como se haga el montaje a discreción del director, el ahorcamiento de Domingo Canché y un verdugo cortando la mano de Ramón Balam. Apagón. Fin del quinto acto).
SEXTO ACTO (El juicio)
Se ilumina la escena con música de fondo dando entrada a una corte de inquisidores, verdugos, frailes, quienes se acomodan como jurado inquisidor. Al fondo se ven en sombra muchos más cuerpos de los indígenas que fallecieron durante la rebelión. Una forma de escarmiento al pueblo.
INQUISIDOR: Del general y sangriento estrago que amenaza la Provincia con la causa de la sublevación de los indios de ella, los cuales se precipitaron al temerario arrojo (Entra un verdugo con capucha cubriendo el rostro trayendo a Canek encadenado) de proclamar rey, con el nombre de Canek, a uno de ellos. (Se acomoda a Canek debajo de una horca). Hoy 17 de diciembre de 1761 en Cabildo de Mérida, nos reunimos a impartir la justicia necesaria con la ayuda de Dios, nuestro Señor, para castigar a este indio hereje, principal promotor de la rebelión. Al que quiso igualar al señorío y grandeza de su Majestad el Rey de España. El que enseñó a los indios doctrinas extrañas imponiendo falsos ídolos.
CANEK (Interrumpiendo con energía) Los extraños son ustedes. Nuestra gente ha vivido por siglos en estas tierras. El sol conoce nuestros rostros y ha dejado huella en nuestro color.
INQUISIDOR: Quien resistió a la justicia, quien opuso resistencia a las órdenes y el buen gobierno.
CANEK: Sólo opusimos resistencia a la esclavitud, al trato de animales que se ha dado a nuestra gente. Los malvados han sido ustedes, por haber aplastado a los humildes. Nacimos libres y libres hemos querido permanecer.
INQUISIDOR: ¿Y para qué quieren la libertad, si no saben ser libres?
CANEK: La libertad no es gracia que se recibe, ni derecho que se conquista. La libertad es un estado del espíritu. Los hierros y las cárceles no impiden que un hombre sea libre. La libertad del hombre se cumple en su conciencia.
PADRE MATÍAS (Con la Biblia en la mano) Señor ten misericordia de este pobre hombre. (Lo miran con asombro) ¿Por qué estás lejos, oh Dios, y te escondes en el tiempo de esta tribulación? Mira señor como con arrogancia los malos han perseguido a estos pobres indios. Los malos se jactan del deseo del alma de cada uno de los indios. Los malos no te buscan a ti. No hay Dios en ninguno de sus pensamientos. (La corte inquisidores se pone de pie). Señor, alza tu mano no te olvides de los pobres. Tu eres el amparo del huérfano, por favor Dios, haz justicia para este hombre y su pueblo.
INQUISIDOR: Saquen a este falso cura de aquí. (Soldados cumplen la orden)
CANEK: Les duele escuchar las palabras de su propio Dios.
INQUISIDOR: Se le acusa de asociación delictuosa, acopio he armas y por rebeldía. Por lo tanto, Heraldo, lea la sentencia contra ese miserable hereje.
HERALDO: Se le condena por lo tanto a morir ahorcado en el palo más alto para que la armonía, la paz y la justicia se reestablezca. Y además se ordena que después de la horca, sus huesos sean quebrados con un fierro candente y su carne sea arrancada con tenazas para posteriormente sus restos sean quemados y sus cenizas sean esparcidas por el aire. Y por último el pueblo de Cisteil, íntegramente será arrasado e incendiado y cubierto de sal para perpetua memoria de su traición.
INQUISIDOR: (Música de fondo para la ejecución) Procédase a dar fe a la sentencia. (Toda la corte y los inquisidores de pie. El verdugo encapuchado toma la horca y se le coloca a Canek en el cuello. Todos excepto el verdugo y Canek bajan sus cabezas. El verdugo jala la cuerda. (Apagón. Grito de los indígenas: ¡Yo soy Canek!
Canción final los indígenas entran por las puertas del teatro, unos con velas encendidas y otros con una caja con arena simbolizando las cenizas de Canek. En susurro dicen ¡Yo soy Canek!
En la tierra húmeda murió
En la tierra húmeda murió
Por ella lo mataron
Al querer defender
La tierra que un tiempo
Le heredaron.
(Susurro) ¡Yo soy Canek!
A la tierra húmeda volverá (Entra Canek acompañado del niño Guy. Un fuerte trueno)
Y llueve y llueve,
Es el cielo que llora por él
Y es la tierra hoy más fértil
Por la lucha del indio Canek.
PÁJARO PUJUY: El caminar de Canek no hace ruido, ni los pájaros huyen de él. En su sombra su cuerpo es claro como una luz encendida en la luz. (El elenco alza las velas al momento de que se dice ‘como una luz’ bajan la velas encendidas, los que traen las cenizas las desparraman por el aire e inmediatamente apagan las velas diciendo todos: ¡Yo soy Canek! (Apagón y telón).
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